viernes, 21 de enero de 2011

FW: Decepciones y Sorpresas





Don Amador en Avenida La Paz

Bajo la premisa de "Nada es Eterno", después de varios años de ser la sede del restaurante Los Irabien, la instalación de Avenida La Paz número 45 en la colonia San Ángel es ahora el lugar donde se encuentra Don Amador.
Este restaurante que también está en Polanco hoy en día es una nueva opción en el sur de la ciudad.
La sorpresa viene cuando terminas de subir por esas escaleras que siempre te llevaban a Los Irabien, hoy ha cambiado totalmente, de inmediato te sientes en Don Amador, aquí en cuanto llegas notas el cambio, ahora el piso es de madera y los retratos de grandes personajes del siglo 20 resaltan a la vista.
En la mesa que nos dieron, por cierto en un agradable rincón, teníamos muy cerca los retratos de Sara García, Agustín Lara, Joaquín Pardavé, Carranza, Cantinflas, Tintán, entre otros grandes referentes del cine y la vida pública nacional.
El lugar se siente vuelto a nacer, nos tocó lleno a su máxima capacidad, había de todo, hombres de negocios, mujeres ejecutivas, amigas reunidas y señoras maduras disfrutando de la cocina de Don Amador, que retoma según ellos lo mejor del Prendes y lo adapta a nuestros días.
Para comenzar pedimos una entrada al centro que consistió en un jamón Serrano español de $185 pesos, acompañado con jitomate encima, esta delicia fue un buen inicio que nos envolvió en un ambiente agradable.
Parecía que todos los asistentes la pasábamos bien, menos los meseros que literalmente corrían de un lugar a otro para satisfacer a los comensales. No sé si sea porque hay muy pocos para el lugar o simplemente no esperaban en inicio de semana una concurrencia de semejante magnitud.
Enseguida mi marido no dudó en ordenar un arroz al azafrán con camarones de $97. Mi marido lo definió como delicioso, estaba en su punto de cocimiento, sólo que parecía que le habían vaciado una o dos latas completas de chícharos, exagerado en cantidad. En fin supusimos que el chícharo es la verdura favorita del chef.
Por mi parte opté por un carpaccio de alcachofa de $78, estas láminas de alcachofa están acompañadas de otras de queso parmesano encima, así como arúgula y un aderezo de albahaca que redondea en un agradable sabor y una opción ligera que era justo lo que buscaba.
Desgraciadamente tardaron más de la cuenta en llegar los platos principales pero en realidad no fue causa de mayor molestia, pues el lugar es bonito y acogedor.
Al fin llegó lo esperado, nuestros principales, él eligió un cordero adobado envuelto en hoja de plátano con tortillas de maíz hechas a mano de $135. Mientras tanto, yo empeñada en buscar platillos más ligeros ordené un atún marinado al carbón de $155, cocido por fuera, crudo por dentro, menciono esto porque en la propia carta puntualizan que todos sus platillos son preparados con los más altos estándares de calidad, lo cual se nota, pero que en el caso de los crudos son servidos bajo el propio riesgo del comensal.
Asumí ese pequeño "riesgo" que valió la pena, el atún no podía estar más fresco, tenía la virtud como debe ser de no oler precisamente a pescado. Mientras tanto él quedó contento con lo tierno del cordero, cuya porción no es tan grande como parece al estar envuelta en esa hoja de plátano, resultando una medida justa.
El tinto que enmarcó la tarde fue una copa de Ribera del Duero Callejo cuatro meses de $85 para cada quien. Un vino joven que terminó por agradarnos aunque nunca por encima de las delicias que disfrutamos provenientes de su cocina.
Seguimos batallando un poco con respecto a la atención de los meseros hasta que uno que no era el nuestro, muy amable se aproximó a nuestra mesa para recitarnos de memoria todas las opciones de postre que tienen.
Extraño a su costumbre, mi marido quiso uno para él solo, me refiero al helado de turrón de $45 hecho ahí mismo, mientras que yo no resistí y seleccioné el blintzes con salsa de moras de $52.
Este helado de la casa no alcanzó las alturas de aquel que hemos disfrutado en la Costa Vasca o en el Blu, para mi gusto le falta ser más cremoso. En cuanto al blintzes es un festín al paladar y resultó un cierre con broche de oro, éste es un rol de queso mascarpone con una salsa de moras encima igualmente rica, aunque me hubiera encantado compartir esta elección con alguien para aminorar el pecado. Lo mejor de todo es el queso que lleva, es fresco, blando, muy cremoso, de sabor suave elaborado a base de nata de leche.
Obviamente no podíamos omitir los cafés, el espresso de $20 para mi marido y el capuchino de $27 para mí, ambos bien hechos y estos sí no demoraron.
En Don Amador sobresale el sabor y la presentación de sus platillos, así como lo impecable de su decoración por encima de su servicio, pero desde luego que resulta una experiencia grata, que para vivirla se recomienda llamar al 5616-1253.

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