viernes, 21 de enero de 2011

Andanzas Sureñas





Don Amador

Ese mismo día por aquellos rumbos y con el afán de que una rica comida nos quitara el sabor de ese mal momento que nos dejó Distroller, atravesamos mi marido y yo la calle para irnos directo a Don Amador, ubicado exactamente en Av. De la Paz 45.
No cabe duda que la mejor bienvenida te la dan las pinturas de personalidades que son el atractivo más interesante de su decoración. De hecho desde que llegas puedes entretenerte repasando los nombres de artistas, pintores, toreros y ex presidentes entre otras personalidades.
Un dato curioso que nos comentó nuestro amable y servicial mesero llamado Iván Mota, fue que para estar en estas paredes hay que cumplir tres requisitos indispensables, primero haber visitado el lugar, cosa que cumplimos mi marido y yo, segundo ser una personalidad importante, ahí se nos empezó a complicar el asunto, y tercero, haber muerto, o sea que Dios nos libre. Preferimos no formar parte de la decoración.
Ya bien instalados en nuestra mesa, el mesero trajo una canasta de pan que parecía recién sacado del horno, estaba muy suave y fresco, el cual disfrutamos mucho. Como esto nos representaba un peligro latente, pedimos su carta y del apartado de las entradas ordenamos unas tostadas de atún de $90 y unas setas salteadas de $47. Las primeras resultaron toda una delicia, el atún venía preparado con salsa inglesa, jugo Maggi, un toque de limón y cilantro, esto sobre una tostada embarrada con mayonesa, diferente a como las hemos probado en otros lugares y la verdad me quedo con éstas.
Las setas por otro lado a mi marido le encantaron, venían fritas en aceite con ajo y unos aros de chile guajillo. Tengo que mencionar que estaban muy buenas, sin embargo a mí me parecieron un poco grasosillas, así es que preferí hacer un huequito para pedir nuestros siguientes platillos.
Mi marido pidió la sopa de hongos de $55 y el filete cabrales de $140, mientras que yo una crema de fríjol de $50 y un cebiche de pescado de $110.
La crema de fríjol estaba rica, nada espesa y servida con queso fresco y crema, lo que le daba un sabor exquisito. La de mi marido, el toque especial que tenía eran los granos de elote que le ponen, lo que según palabras de él, le agradó mucho. Tal vez y como sugerencia de la receta de mi abuela, yo le pondría unas ramitas de epazote para darle más sabor al asunto, pero bueno eso ya es cuestión del chef, que se nota le pone mucho empeño a su cocina.
De los siguientes platillos puedo decir que mi cebiche estaba divinamente presentado, pero lo que les falló un poco desde mi punto de vista era que el pescado no estaba fresco y por lo tanto hacía que el sabor de éste no fuera el que más me convenciera, de hecho sólo le di unas cuantas probaditas y preferí robarle a mi marido un poco de su filete que estaba espectacular.
Su platillo venía bañado en una salsa de queso de cabra riquísimo y la combinación del roquefort que viene encima del corte lo hizo sencillamente delicioso, si visitas este lugar no puedes dejar de probarlo.
Cuando Iván, nuestro mesero, se dio cuenta de que habíamos arrasado con el plato del filete y no así el mío, sugirió traer algo más a cambio del cebiche, detalle que verdaderamente se agradece por el sólo hecho de saber que les interesa que estés lo mejor atendido posible.
Bueno para no hacerles el cuento largo pedimos para compartir unos churros de $50 acompañados de cajeta, chocolate y vainilla, y dos americanos de $19. No cabe duda que cerramos con broche de oro, los churros estaban recién hechos y por lo tanto deliciosos, fue un acompañamiento perfecto para nuestros cafés. La verdad es que los felicito por su excelente y amable servicio, por la calidad en sus alimentos, y por el detalle de no haber incluido en la cuenta aquel cebiche que seguro regresaré a probar para constatar que se preocupan por los que disfrutamos de su cocina.


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